Entrevista al escritor Amir Valle

 


                                 Amir Valle y el autor de la entrevista: Miguel Esteban Torreblanca.

Amir Valle (Guantánamo, Cuba; 6 de enero de 1967) es un escritor, crítico literario y periodista, es considerado una de las voces esenciales de la actual narrativa cubana y latinoamericana de su generación. Reside en Berlín, desde donde dirige OTROLUNES – Revista Hispanoamericana de Cultura, que fundó en 2007 junto al también escritor cubano Ladislao Aguado.


Miguel Esteban---.¿Podría usted contarnos un poco de su vida y actividad literaria?


Amir Valle.---Desde que en 1983 publiqué mi primer cuento y gané mi primer gran premio, mi vida, como escritor ha sido sólo eso: vivir para la literatura, escribiendo y escribiendo, como un sacerdocio, durante más de 30 años. He logrado ganar grandes premios internacionales; publicar en las grandes editoriales de mi lengua madre, el español; ver traducidos mis libros a las lenguas más importantes y otras lenguas muy raras, como el swahili; disfrutar tesis, doctorados e inclusión de mis novelas en programas de estudios de las universidades más importantes del mundo… Si a eso le sumas todo lo que he hecho como periodista, la carrera que estudié, te darás cuenta de que mi vida puede ser cualquier cosa, menos aburrida.




P--.- ¿Cuáles fueron los primeros autores que le influyeron?


R.--Mark Twain y su Tom Sawyer, Julio Verne y sus locuras fantásticas, Alejandro Dumas, sus mosqueteros y su Conde de Montecristo. Con ellos supe que quería escribir mis propios mundos y aventuras.




P.- ¿Cómo definiría a sus novelas?


R--Como sabes, he escrito novelas realistas sobre la siempre conflictiva realidad cubana, novelas eróticas, novelas históricas e incluso una novela fantástica… Si las miro todas, sólo podría definirlas como «mis mundos de libertad o el sitio donde juego a ser Dios».


P.- ¿Cree que el escritor «evoluciona» en su escritura?



R--El escritor que no evoluciona se seca como el esqueleto de un animal que muere en el desierto. Escribir literatura es un eterno aprendizaje y en cualquier aprendizaje evolucionas, te transformas. El riesgo está en hacerlo para peor, y eso le ha sucedido a muchos escritores que empezaron muy bien.



P.- ¿Cómo ha cambiado su lenguaje a lo largo de los años?


R--Es parte del aprendizaje del que te hablé antes. Y también tiene mucho que ver con la experiencia de la propia vida: un joven jamás hablará igual que un anciano. Influyen incluso las tendencias literarias de cada época, la aparición de otros modos de entender el arte o la vida. En mí, además, influye toda mi experiencia periodística y la posibilidad de escribir y comunicarme en otros idiomas como el inglés o el alemán.




P.- ¿Cómo siente un escritor que una obra está terminado y cómo lo corrige?


R--En materia creativa se cumple aquello de «cada maestro tiene su librillo». Es decir, es algo visceral; uno simplemente «lo siente» aunque la experiencia de largos años haciendo lo mismo es una gran ayuda: ese famoso «detector de mierda» del que hablaba Ernest Hemingway. A ese complicado pero íntimo escenario, súmale que cada obra que escribes es distinta y te impone sus propias reglas a la hora de revisarla y corregirla.




P.- ¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su novela?


R--El sueño de todo escritor, cada vez más una utopía, es que millones de lectores devoren sus libros. Eso me ha enseñado algo: cuando escribo, sólo busco sentirme bien yo, con el poco o mucho talento que posea, sólo por el placer de ver cómo ese mundo se arma en las páginas.




P.- ¿Qué lugar ocupa, para un escritor como usted, las lecturas en vivo?


R--Es el más perfecto detector de las burradas y pifias literarias que uno comete al escribir. A mis alumnos en los talleres de escritura creativa siempre les recomiendo encerrarse en una habitación y leer lo que han escrito en voz alta. Me ha sucedido mucho que fragmentos que creía geniales, al leerlos en público, ya sea durante una presentación del libro, una tertulia, una feria, etc., me han parecido bodrios imperdonables.




P-- ¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos, revistas virtuales, blogs, etc.?


R--Es genial por las posibilidades que ofrecen a quienes no han tenido la suerte de entrar a las editoriales «tradicionales» y gracias a eso hemos visto aparecer nuevos nombres realmente muy interesantes. Pero también es un peligro enorme: hoy cualquier diletante se cree escritor, cualquier listillo se considera editor y funda una editorial… Lo bueno es que se ha roto el monopolio de la información que cada vez se concentraba más en menos manos. Pero tal poder sobre la información en manos de tanto estúpido como hay en internet puede ser más peligrosa que una bomba nuclear.




P--.- ¿Podría recomendarnos una novela de otro autor que le haya gustado mucho?


R--Los miserables, de Víctor Hugo. Me atrevería a demostrar que en esa novela están todos los temas humanos, todas las situaciones humanas.




P.- ¿Qué libro está leyendo en la actualidad?


R--Formas de luz (El sentido de la melancolía), novela del colombiano Marco Tulio Aguilera Garramuño. Una verdadera joya literaria.




P.- ¿Qué consejos le daría a un joven escritor/escritora que se inicia en este camino de la literatura?


R--Que no se ande creyendo un elegido. Los escritores somos seres anormales, llenos de defectos y miserias, por eso vemos tantos miserables en el mundillo literario actual. Que luchen contra el ego y se dediquen a lo único válido aquí: escribir + leer, escribir + leer y escribir + leer. Nadie es buen escritor si no es buen lector primero. Que huyan de los elogios como de la peste bubónica. En la crítica a lo que escribimos, aunque sea malintencionada y envidiosa, es donde único se esconde la estrella que nos guía hacia esa perfección literaria que hasta hoy ningún escritor ha logrado en la historia de la literatura universal, pues es un camino infinito que ningún ser humano podrá recorrer jamás, por simples razones biológicas.




P.-- ¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?


R--Es una inmensa contradicción: hoy disfrutamos de medios de edición, impresión y distribución, al alcance cada vez más fácil y barato de autores y editores, con lo cual podría pensarse que la lectura y la literatura se potenciarían. Pero, lamentablemente, habitamos en un mundo donde se lee cada vez menos y el noventa por ciento de lo que se lee no sirve para nada, porque es pura y dura porquería que no edifica a nadie. En simples palabras: toda la tecnología del mundo en un mundo de borregos que sólo se miran el ombligo.




P--.- ¿Cuál es la pregunta que le gustaría que le hubiera hecho y no se la he hecho?


R--«¿Recuerdas nuestro primer encuentro en la Semana Negra de Gijón?»…, esa sería la pregunta. Y te respondería: sí, porque quizás no lo sepas, pero fuiste el primero que me entrevistó en esa, mi primera visita a ese evento que, como sabes, fue esencial para el reconocimiento internacional que hoy disfruto, gracias a todo lo que el inolvidable Justo Vasco hizo por promocionar mis novelas negras ese año y a partir de entonces hasta que falleció.




P.- ¿Su próxima obra cómo se titula y sobre qué trata?


R--1959: Habana es un nombre de mujer, que pertenece a una serie de novelas cortas llamada «Los infiernos sumergidos» sobre vidas frustradas o iluminadas por la Revolución. Un proyecto mayor, que pretende graficar estos 60 años de Revolución Cubana: una novela corta por cada año, en la cual se contará la vida de dos protagonistas; uno que logra alcanzar su realización personal gracias a la Revolución y otro que es totalmente destruido. Mostrar las dos caras de la historia, porque estoy harto de que se mire a Cuba siempre solo en blanco y negro.


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