Entrevista Pablo Fraile Dorado
—Miguel Esteban Torreblanca: Cuéntanos sobre tu rutina diaria y cómo logras equilibrar tus responsabilidades personales con tu carrera literaria. ¿Cómo influyen estos aspectos en tu proceso creativo?
—Pablo Fraile Dorado: Cuido de mis dos hijas, imparto talleres, elaboro dosieres y escribo mis obras en el poco tiempo que me queda… ¡ja, ja, ja! Es agotador, pero estoy contento. Suelo escribir por las mañanas, cuando mi hija pequeña duerme. Voy plasmando lo que pienso durante el día, sobre historias que me motivan y sin fijarme en las modas, intentando pulir al máximo lo escrito. Este proceso no es sólo trabajo, sino una constante siembra de esfuerzo y dedicación.
—M.E.T.: ¿Qué autores han sido tus principales fuentes de inspiración? ¿Y cómo crees que su trabajo ha influido específicamente en tu estilo y enfoque?
—P.F.D.: Muchas y muchos. Susan E. Hinton, Oscar Wilde, Tolstói, Carmen Martín Gaite… Si siguiera citando escritores, me alargaría mucho. Me influye todo lo que leo, hasta lo que no me gusta. Intento leer de todo, y también a autores y autoras con los que no estoy de acuerdo. Suelo dedicarme en exclusiva al libro que estoy leyendo, sin prisa, aunque últimamente estoy cambiando de hábitos.
—M.E.T.: ¿Podrías compartir tu experiencia como escritor de novelas?
—P.F.D.: Hasta hoy sólo he publicado una, “Caleidoscopio” (Delallama, 2024). Se trata de una reflexión sobre la identidad desde el juego literario, la aventura y el sarcasmo. El libro está construido, sobre todo, desde el punto de vista de sus dos protagonistas, Laura y Guillermo, que escriben en primera persona y van desentrañando y dando sentido a la trama a través de universos paralelos. Todo en esta historia tiene un sentido; no hay nada al azar, pero no puedo destacar nada en especial o nada significativo. Es una tarea que corresponde al lector.
—M.E.T.: ¿Consideras que la escritura de un autor experimenta cambios y desarrollo a lo largo de su trayectoria?
—P.F.D.: Sí, es imposible que esto no suceda. A veces se puede caer en la involución, algo que es difícil de detectar. Es recomendable abandonar el manuscrito durante un tiempo y luego volver sobre lo escrito.
—M.E.T.: ¿Cómo ha evolucionado tu manejo del lenguaje a lo largo de los años? ¿Qué cambios significativos has observado en tu estilo y en la forma en que expresas tus ideas?
—P.F.D.: Mucho. Escribir, como cualquier otra actividad, requiere años de ensayo, de experimentación. El talento se va puliendo con trabajo, también se aprende de los textos ajenos. Se compara. De esa masa informe donde se mezclan lo propio y lo ajeno, nace tu estilo, poco a poco, con paciencia. Ahora puedo decir que estoy preparado para plasmar todo lo que imagino, como yo quiero.
—M.E.T.: ¿Qué criterios utilizas para determinar que una obra está finalizada? Además, ¿podrías describir tu proceso de revisión y corrección?
—P.F.D.: Depende del texto. En lo esencial, respeto bastante el primer borrador. Después empieza un proceso en el que leo y releo de forma obsesiva, cambiando palabras, “podando” oraciones. Hay un momento en que sientes que ya no puedes cambiar más y que cualquier variación estropearía el conjunto. Pero hay tantas metodologías como autores. La mía no es mejor que la de nadie, sólo me va.
—M.E.T.: ¿Cuál es el propósito principal de tus libros? ¿Qué impacto deseas que tengan tus escritos en quienes los lean y en la sociedad en general?
—P.F.D.: No sé si escribiré muchos; por ahora, se me ocurren más cuentos. Intento hacer literatura, que es un fin en sí mismo. También me gustaría que el lector se divirtiera con lo que escribo.
—M.E.T.: ¿Qué valor tiene para ti la lectura en vivo?
—P.F.D.: Leer en vivo es muy estimulante: te da la oportunidad de conocer a quienes siguen tu obra.
—M.E.T.: ¿Cuál es tu visión sobre las nuevas plataformas de difusión de la literatura, como los sitios web, foros literarios en línea, revistas digitales y blogs? ¿Cómo crees que estas innovaciones están influyendo en el mundo literario y en la interacción entre el autor y el lector?
—P.F.D.: Ofrecen nuevas oportunidades para la promoción literaria, posibilitan además la democratización del mundo literario, son tan lícitas con los métodos tradicionales. Aunque sigo creyendo que los textos deben pasar por un filtro.
—M.E.T.: ¿Qué novela de otro autor nos recomendarías?
—P.F.D.: Voy a recomendar la última que me ha fascinado: “Cumbres borrascosas”, el clásico de Emily Brontë.
—M.E.T.: ¿Qué libro estás leyendo actualmente?
—P.F.D.: Como decía, estoy cambiando de hábitos. Actualmente, estoy leyendo “Cuentos de hadas” de Hans Christian Andersen y “Los cuentos de hadas clásicos anotados” de María Tatar. También estoy con la nueva novela de P.L. Salvador, “La prodigiosa fuga de Cesia”. Del mismo autor, recomiendo “2222”, una novela corta de ciencia ficción; es realmente buena y singular.
—M.E.T.: ¿Qué consejos compartirías con un joven escritor que esté dando sus primeros pasos en el mundo de la literatura?
—P.F.D.: Que no intente imitar a nadie, que se centre en lo que le gusta y lo pula. Que no tenga prisa por publicar, que vaya analizando lo que lee y enfocándose, poco a poco, en cómo quiere narrar.
—M.E.T.: ¿Cómo percibes el estado de la actual industria editorial?
—P.F.D.: Ha cambiado, debido a la crisis y a la irrupción de lo digital. Hoy, las editoriales publican libros cada vez más cuidados; algunos son verdaderas obras de arte. Conjugan diseño, texto e ilustración y van más allá de lo literario. Personalmente, me gustan las editoriales que arriesgan y que apuestan por la calidad, en todos los sentidos. En Asturias, donde nací y donde vivo, hay varias: Pez de Plata, Pintar-Pintar, Delallama, Uve Books, Suburbia… Espero que sigan ahí durante mucho tiempo.
—M.E.T.: ¿Qué obras has publicado hasta ahora?
—P.F.D.: Los libros infantiles “Nueve cuentos azules” (Pintar-Pintar, 2017), “Arón, el Gatorratón” (Delallama, 2019), “El lenguaje de las hadas” (Delallama, 2020) y “Bruxa” (Pintar-Pintar, 2022). Luego está la novela que antes mencioné, “Caleidoscopio”, recientemente publicada.
—M.E.T.: Si pudieras elegir una pregunta que no te haya hecho, ¿cuál sería?
—P.F.D.: Tú eres el entrevistador, yo sólo respondo… Muchas gracias por tu tiempo.
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